viernes, 16 de noviembre de 2007

Ya lo dijo Octavio Paz, hay que coger más para ser feliz.

Por eso odio salir a la calle, la ciudad no es más que un nido de ratas, las calles están llenas de basura y agua estancada rodeada de moscas; nada es lo mismo, los años han llevado a la perdición a la “ciudad de los palacios”. Aunque hay que reconocer que no hay tanto tráfico como hace algunos años, pero bueno, es lógico cuando pienso que el 75% del parque vehicular de la ciudad fue destruido en el motín del 2012. Quizá exagero, una parte sirvió para que la gente que no enloqueció huyera, o por lo menos tratara de hacerlo.

Recuerdo con cariño cuando me iba manejando a trabajar todos los días, ahhh¡¡¡ que buenos tiempos cuando uno iba tranquilamente rolando por las calles mientras un idota se te cerraba, otro te recordaba a tu madre y uno más se te pegaba tanto a la defensa trasera que podrías haberlo demandado por acoso sexual. Esta bien, debo trabajar en mi sarcasmo, estoy perdiendo el toque… eso deja no tener contacto humano frecuente.

Recuerdo esas mañanas donde te pasabas más tiempo en el coche que conviviendo con tus seres queridos, años de soledad obligada donde cada uno de nosotros íbamos encerrados en un ataúd de metal, llenos de “tristeza canjeable por odio en su crucero más cercano”. Solos o en autobuses atestados de odio y soledad todos caminábamos evitando a los demás, negando una sonrisa o un gesto amable. ¿Por qué le íbamos a sonreírle al tipo de a lado? No fuera a pensar que le estábamos coqueteando, ni madres.

No ganamos nada con esa actitud, pero nunca nos dimos cuenta que el mundo sería mejor si simplemente disfrutáramos nuestras propias vidas, cada momento. Porque sí, cada momento tiene su encanto. Podíamos ir refunfuñando todas las mañanas hacia nuestro auto, subirnos, estresarnos porque vamos a llegar tarde y tratar de ganarle el paso a todos, creyendo que sólo nosotros llevamos prisa. O podíamos disfrutar el hecho de tener auto o simplemente de tener pies y poder caminar hacía la parada del autobús, subirnos y poner música, leer, o simplemente pensar y meditar. Pero escogimos la primera, está en nuestros genes, ser infelices hasta que algo lo cambie en lugar de ser felices a menos que algo lo impida.

Cansados, rutinarios, grises, sin sueños ni metas, sin una pasión. Por lo menos la mayoría eran así, algunos nos dábamos la oportunidad de ser felices cinco minutos al día, pero no fue suficiente.

No me extraña que empezaran los disturbios, todos éramos pequeñas bombas de tiempo deambulando hacía nuestra propia destrucción. La furia nunca ha sido buena consejera… lo sé muy bien, pero en mi caso la verdad todo es culpa de mis compañeros de escuela (puta sociedad), en la primaria nunca fui muy popular, pero era hombre… bueno, niño de paz y prefería huir en vez de enfrentar las agresiones. Fue mala, idea, ahora lo sé, lo único que logré fue aprender a contener el coraje, en lugar de enfrentar las situaciones en su momento; prefería tragármelas y poco a poco me convertí en una olla de presión. A veces pienso que hubiera sido mejor romper dos o tres cabezas en esos años, los niños de mi época podían ser muy crueles, especialmente durante la primaria y secundaria, cuando nos somos concientes del daño que provocamos.

Pero nunca pude, tenía miedo de mi mismo, recuerdo a un niño, no puedo recordar su nombre, pero siempre me molestaba, me agredía y me hacía sufrir como Santo Cristo hasta que un día estando delante de él me cansé de ser su pendejo y me dije a mi mismo: “mi mismo, es hora de romperle su madre”. Bueno, siempre he sido un poco dramático y mamón, pero lo que sí pasó fue que me giré, lo tomé de su piojosa cabellera y lo azoté contra el pupitre.

Con más miedo y adrenalina que coraje le dije “si me vuelves a tocar te entierro el lápiz en el cerebro”… cuando reaccioné y me di cuenta de lo que estaba haciendo estaba en shock . No me creí capaz de lastimar a nadie, y la mirada en el rostro infantil e inocente de ese grandísimo hijo de puta me decía que él tampoco. Estaba aterrorizado, sabía que de alguna manera hablaba en serio, y yo también. Me giré y me perdí en mis pensamientos. Jamás me volvió a poner una mano encima, pero si se la puso a Lupita, la niña que más me gustaba del salón y según la cual ese cabrón era un naco y corriente, claro, hasta que le mostró el tamaño de su juguetito. No volví a agredir a nadie así hacer hasta que estuve en escuadrón, sabía que era capaz de hacerlo, y en realidad… todos lo somos. Tenemos la capacidad de hacer cosas aterradoras. Nuestras manos pueden crear una pintura o tomar una bella foto, pero también pueden destruir una vida con simplemente desearlo.

¿Por qué empezó todo esto?... Ah si… por el imbécil que acaban de matar en la esquina por pintarle cremas a la persona equivocada. Vaya, debió saber que jamás debes bajarte de tu auto si no tienes con qué defenderte, en este caso creo que con un poco de inteligencia hubiera bastado.

Ahora que he vuelto a la tranquilidad de mi mugriento hogar lo he pensado bien, quizá este diario no sirva de nada, quizá solo escribo para sentir que hablo con alguien. Sólo quisiera saber que no me equivoqué, que merezco al menos un funeral decente. Quizá sólo es que enloquecí por estar tanto tiempo en el abismo, quizá todo lo que escribo y escribiré mientras me duren las fuerzas sólo sea una fantasía, una realidad que creó mi mente enferma… ¿cuál es la diferencia? Quizá sólo dejo una bella y extensa carta de suicidio… Quizá, sólo quizá…

Algo de música para relajarse…

“December 25th, 1986 - Van Nuys.

Merry Christmas.

That's what people say at Christmas, right?

Except normally they have someone to say it to.

They have friends and family,

And they haven't been crouched naked under a Christmas tree

with a needle in their arm like an insane person in a mansion in Van Nuys.

They're not out of their minds, they're not writing in a diary,

And they're definitely not watching their holiday spirit coagulate in a spoon.

I didn't speak to a single person today.

I figured why should I ruin their fucking Christmas.

I've started a new diary and this time I have a few new reasons.

One, I have no friends left.

Two, so I can read back and remember what I did the day before.

And three, so if I die, at least I leave a nice little suicide note of my life.

It's just me and you, diary. Welcome to my fucked up life.

Nobody would believe the shit that happens in my head, it's haunted.

Now that I've come down from the drugs

it seems like a sick play that I saw in a theater somewhere.

Thirty minutes ago, I could've killed someone.

Or better yet, myself”.

**********SIXX:A.M. - "X-Mas In Hell"********

lunes, 5 de noviembre de 2007

La insoportable levedad del ser… un idiota.

Me gusta venir a este lugar, soy un hombre de costumbres y este sitio es como mi hogar. Conozco al Jisus desde hace años, siempre estuvo ahí, siempre fue alguien en quien confiar y puedo decir que él confiaba en mí, siempre con su buen humor para sacarme de la suciedad en la que vivía.

Terminé de comer rápido, no me sentía con ánimos para estar rodeado de gente; pero a decir verdad jamás los tuve, siempre fui un poco huraño, con sus respectivas excepciones. Siempre encuentras a la gente adecuada cuando la necesitas, Dios, el destino, la suerte o como quieran llamarlo siempre pone a la gente en tu camino. Llegan, cumplen su misión y se van; hay quien se queda mucho tiempo, otros pasan rápido, algunos regresan, pero siempre dejan algo que cambia tu vida aunque no te des cuenta. Él era uno de esos que sin darse cuenta me enseñó a vivir.


- Nos vemos, apúntame la cena en mi cuenta.

- Claro, la pagarás cuando el infierno se congele ya lo sé-. Su risa era cálida y sincera, sabía que nunca le pagaría, pero no le importaba.

Tomé mi gabardina y salí lentamente del lugar, afuera llovía y hacía un frío infernal, la lluvia parecía cortar al contacto con la piel, era una lluvia fina pero helada, de esas que podrían ser parte de una mala película de horror.

- Vaya, nos acabamos el mundo y ni siquiera nos dimos cuenta. Adán y Eva nos sacarían el diablo a golpes si vieran lo que hicimos con “el Edén”. Pero valió la pena, un buen polvo siempre hace olvidar las penas, cuando tienes con quien o con que pagar por él.

Caminé lentamente por las calles y recordé que alguna vez significaron algo. Hace años había tantas cosas, le mercado, doña Refugio con sus grasosas y nutritivas quesadillas, niños jugando, la iglesia a donde iba a refugiarme y a gritarle a Dios por lo que me había hecho. Vaya arrogancia, la gente cree que Dios es quien nos castiga, ¡claro, no todas las idioteces iban a ser nuestra responsabilidad, a alguien había que culpar!

Nunca fui muy religioso, de hecho pienso que la iglesia es la peor desgracia que le pudo pasar a la humanidad. A pesar de eso siempre he sido muy espiritual, creo en una fuerza superior, pero no creo que hacerle el amor a una mujer que también lo desea, por amor o por dinero me lleve al infierno y por supuesto no creo en poner la otra mejilla. No, no hay cielo ni infierno como nos lo pintaron en la escuela. Sólo nosotros, nuestras almas que deben evolucionar o perderse en el infinito de la maldad.

Llegué a la esquina donde solía estar Fernanda y me detuve, la humedad cubría mi sombrero y mi gabardina y no pude evitar derramar una lágrima que se mezcló con las frías gotas que caían de las pesadas nubes. Era como si el cielo llorara conmigo su ausencia. Nunca supe que le ocurrió pero quisiera verla de nuevo, con su suéter de cuello alto y ese corte francés que la hacía lucir más joven de lo que era. Siempre coqueta y risueña; no creo haberla visto llorar más de dos veces en todo el tiempo que la conocí. Supongo que cumplió su sueño de poner un restaurante y formar una familia. O simplemente se cansó de un tipo negativo y sentimental.

La conocí cuando yo tenía 32, era mi etapa de alcoholismo agresivo, esos años en los que simplemente quería iniciar una pelea para que alguien me hiciera le favor de acabar con mi sufrimiento. Pero nunca funcionó, mi instinto era más fuerte, los Ojos Brillantes no éramos fáciles de vencer y yo era uno con muy mala actitud.

Recuerdo bien esa noche, yo acababa de salir de un bar de la zona y caminaba hacía mi departamento con ganas de tirarme en la cama o saltar por la ventana, lo que mi estado de ánimo dictara. Pero al cruzar por una calle oí un grito de mujer, me pareció que era buena idea hacer mi obra social del día y acercarme un poco más al perdón, aunque fuera mi propio perdón.

Era Fernanda, la tenía contra la pared un tipo delgado y de cabello largo, con gabardina de esas estilo Tony Tijuana (referencia antigua, lo sé). Lo primero que salió de mi boca fue “por que no intentas golpearme a mi marica”. Me di cuenta que había sido mala idea cuando de las sombras salieron 3 tipos enormes y con cara de haber pasado todo el día en las oficinas del seguro social en busca de su incapacidad. Eso y que el “marica” traía una pistola en la cintura, sólo hay algo peor que un idiota armado y eso es otro idiota que abre la boca sin tener un plan.

Pero mis padres me enseñaron que una mujer no debe ser tocada bajo ninguna circunstancia, a menos que sea tu compañera de Karate, en cuyo caso hay que patearle el trasero. Yo también iba armado, pero no iba a desperdiciar la oportunidad de que me reventaran la cabeza contra el suelo, en esta época del año no hay nada mejor que una mascarilla de barro.

El marica caminó hacía mi con porte de John Travolta en fiebre de sábado por la noche.

- Oye, éste es mi asunto, así que lárgate si no quieres que te rompamos las pelotas.

Con todo el orgullo que pude respondí –demasiado tarde, salieron corriendo cuando tus amigos se asomaron-. No se rieron, eso era mala señal.

- Así que te gusta jugar al héroe ¿no?

- En realidad me gusta más jugar botella con tu madre, pero hoy tenía cita con el ginecólogo, perdona no sabía que eso se pagaba.

Antes de darme cuenta su puño se estrelló en mi rostro, hacía mucho que no sentía tanto dolor, pero soy admirador de Bruce Willis así que me hice el duro y apliqué el golpe marca de la casa. Le solté un puntapié entre las pelotas y se derrumbó como castillo de naipes.

- No quería más sangre escurriendo de mi boca, no es buena para el cutis, así que saqué mi arma y grite – ¡El siguiente hijo de puta que se mueva le hago ventilación cerebral!

Mientras el marica se revolcaba de dolor tomé a Fernanda del brazo y salí corriendo a toda velocidad, la pobre perdió un zapato, pero no lo noté hasta que llegamos a mi departamento. No era el lugar ideal para llevar a una dama, pero en ese entonces aún estaba presentable.

- Gracias por ayudarme, pero van a matarte. Rodrigo no se va a quedar así.

- Supongo que no, pero ya me arreglaré yo. ¿Por qué te golpeaba tu novio?

- Ese imbécil no es mi novio, cometí el error de pagarle por protección… pero ya ves, un mal día y un moretón en la cara. Ni siquiera tengo dinero para comer algo.

Esto lo había visto mil veces en las películas, pero que diablos, por hoy yo era Harry el Sucio.

- No te apures, sanará y creo que por acá tengo algo de comer. ¿Por qué no te das un baño mientras preparo algo para cenar?

Con desconfianza se levantó y se dirigió al baño, yo no podía tener malos pensamientos con ella, parecía una niña indefensa que acaba de ser castigada por sus padres.

- Tranquila, yo iré a cocinar, aquí tienes algo de ropa. Te quedará grande pero está limpia, cierra por dentro para que estés más tranquila.

Me dirigió una mirada tierna y una sonrisa llena de inocencia mientras yo salía de la habitación.

La cocina nunca fue lo mío, así que le preparé lo más decente que pude mientras oía el agua caer en suavemente. Mientras calentaba un poco de café salió en silencio y me abrazó, creo que en ese momento me veía como un padre.

- Siéntate en el sillón mientras sirvo la comida.

Su pequeña figura se veía aún más débil enfundada en mi playera y mis pantalones, podrían haber cabido dos como ella en él, pero se veía tan dulce; como una pequeña hada en ropa deportiva.

- Listo, a comer…

Cuando gire la cabeza ella estaba dormida acostada en el sillón, así que la cubrí con una cobija y me dispuse a cenar solo… de nuevo.

Mientras ella parecía perderse en un mundo de sueños poblado por hadas y caballeros en armadura yo pensaba que por lo menos por esta noche podría dormir tranquila; sin preocuparse por la realidad…

“Nights in white satin,

Never reaching the end,

Letters Ive written,

Never meaning to send.

Beauty Id always missed

With these eyes before,

Just what the truth is

I cant say anymore.”

*** Moody Blues - Nights In White Satin***


HISTORIA BONUS

El ambiente de aquel antro era bueno, un sitio pequeño, con una pista de baile igualmente pequeña y rodeada de mesas colmadas de bebedores. Había una banda tocando al fondo, en un escenario que estaba lleno de luces de colores y mantas de grupos por todos lados, era pequeño y estaba coronado por un cuadro al óleo, en él, un demonio peleaba con un ángel. El grupo tocaba “Highway to Hell” de AC/DC, deliciosa interpretación debo decir.


Al entrar el lugar estaba lleno y la atmósfera saturada de humo de cigarro y alguno que otro rastro de mariguana.


Busqué un lugar, pero lo único que encontré fue un banco frente a la barra. Resulta bastante desagradable sentarse en la barra cuando lo que quieres es estar solo. Ya sé que en medio de un mar de gente es difícil estar solo, pero necesitaba ruido para no pensar demasiado en mi situación. El cantinero se me acercó a preguntarme que tomaría.


- Una cerveza bien fría por favor.


Mientras traían mi cerveza encendí un cigarrillo y un pequeño detalle en el lugar llamó mi atención. Era una mujer, un poco fuera de lo normal, vestía muy al estilo de los años 80, con una chamarra de piel negra, playera blanca y unos jeans. La estaba contemplando cuando un ruido salido de sus labios atrajo mi atención.


- Hola ¿cómo estás?

- Bien, considerando en donde nos encontramos.

- Ja ja, no exageres. ¿Por qué tan solo?

- Quería pensar un poco, ¿y tú?


En ese momento el cantinero trajo mi cerveza, así que me puse de mejor humor y decidí esperar su respuesta y seguir la conversación.


- Bueno, sólo busco un poco de plática.

- Bien, yo nunca dejo de hablar, podemos hacer negocio.


- Si, te ves un hombre muy ameno. ¿Eres nuevo por aquí? Nunca te había visto y mira que ya tengo un buen rato rondando por acá.


- Vamos, que eres originaria de aquí - un poco de sarcasmo para romper el hielo. Siempre funciona, soltó una carcajada y sonriendo me contestó.


- Si, podría decirse que si, y no sabes en que forma. Llevo aquí muchos años, podría decirse que este es mi hogar, pero ¿quien llamaría así a este lugar?


- Yo llevo poco, llegué hace un mes apenas, pero la maldita burocracia no me había permitido hacer otra cosa que seguir el papeleo oficial.


- Ya veo... ¿te gusta la música?


La pregunta vino a razón de que el grupo comenzó a tocar “Dust in the Wind” en una versión muy heavy. De haber conocido a estos tipos antes me hubiera vuelto su fan numero uno.


- Si, de hecho, de donde vengo era vocalista de un grupo de heavy metal.


- ¿En serio? Yo también canto. Aunque sólo como pasatiempo, lo llevo en las venas.


La plática se tornaba interesante, aunque agradable, sería un mejor adjetivo.


Seguimos bebiendo y fumando. Un trago tras otro nos tomamos confianza, así que seguimos nuestra charla, finalmente, no teníamos nada mejor que hacer.


Ella pidió otro trago, imagino que para evitar la resequedad de garganta. Y siguió con sus preguntas.


- Y ¿cómo llegaste aquí?, me refiero, ¿cuál fue la razón?


Su pregunta era demasiado difícil de contestar, de hecho, aún no lo había pensado detenidamente.


- Pues creo que no es sencillo de explicar, pero ya que buscabas platica, ahora te aguantas. – una carcajada de aceptación, así que empecé mi relato.


Como te dije yo era músico, nunca fui un hombre normal, hacía cosas fuera de lo común, aunque debo decirte que nunca pensé llegar tan lejos. Creo que mi viaje comenzó con pequeñeces, travesurillas por aquí y por allá. Hasta que la humanidad me cansó y me volví un desgraciado. O como dice la gente, un “inadaptado social.” Ja, tamaña estupidez.


- Vaya, me empiezas a agradar. Permíteme un minuto, voy al baño.


Mientras ella se alejaba, recordaba que nunca antes había charlado tan abiertamente con alguien, y menos con una mujer. Pero ¡que diablos!, ya estaba en esto, además creo que debí hacerlo antes, es agradable.


- Ya regresé.


Mientras se acomodaba en su asiento, me di cuenta que era muy bella. Piel blanca, cabello negro, delgada, pechos bien formados y de tamaño mediano, deliciosa en términos mundanos.


- Pero continúa, parece que viene la parte interesante.


Para no hacerte el cuento tan largo, en una tocada conocí a una mujer, hermosa, la mujer ideal, inteligente, bella, apasionada, tierna; un ángel en pocas palabras.


- No exageres.


- En serio, debiste conocerla. Bueno, llevamos una relación muy intensa, vivíamos juntos y éramos muy felices.


Pero nada dura para siempre, un día descubrí que el mundo si era la porquería que siempre había creído. Un sábado se canceló una tocada y regresé a casa temprano, la encontré en la cama con el vecino. Un verdadero imbécil, pero eso sí, el muy hijo de puta la tenía enorme y yo soy más bien “pequeño”.


Ella me pidió disculpas, me juró que sólo había sido el momento. Ja, y yo de pendejo le iba a creer. Eso me enojó más, así que me acerqué al tipo y comencé a golpearlo, y de repente el muy pendejo se cae de espaldas y se desnuca.


La cabrona había logrado su objetivo, destruyó mi vida. Tuve que huir y esconderme de la policía hasta que un día de tantos me cansé y decidí regresar a la ciudad. Llamé a la policía y a la culpable de mi desgracia.


Dije que me entregaría si ella entraba primero a la habitación y hablaba conmigo, pero en lugar de eso, cuando se acercó a mí le disparé en medio de sus hermosos ojos que antes y ahora eran mi perdición. La policía reaccionó y me acribillaron.


Y esa es mi triste historia, así fue como llegué al infierno.


- Muy interesante. Por cierto, ¿cómo te llamas?


- Jack, ¿y tú?


- Lilith, mucho gusto en conocerte.

sábado, 3 de noviembre de 2007

Todo tiene un precio, así que ¡paga y no esperes muestras gratis!

Lo que pasó después fue intenso y muy rápido, me convertí en agente especial de la AFI, francotirador y experto en explosivos, uno de mis sueños hecho realidad. Pero jamás me detuve a pensar “¿por qué yo?, era un tipo normal, practicaba deportes pero ni siquiera era sobresaliente, era cinta morada en Karate y en el fútbol americano ni siquiera era titular. Algunos meses después descubriría el porque. No estaba preparado para eso pero sucedió, descubrí quien era y por que estaba aquí. Pero eso lo contaré después.

Apenas 6 meses después de enrolarme en la fuerza toda mi gente me dijo que había cambiado, que no era el mismo y comenzaron a alejarse. Por supuesto que era cierto, pero yo no me di cuenta, siempre he sido un poco imbécil. En un año sólo quedaron algunos, mis hermanos, esos que siempre estuvieron ahí y algunos otros que se unieron en el camino.

En seis meses aprendí que una MP 5 es más amenazante que una M-16, la tecnología alemana siempre estará a la vanguardia; además también me quedó claro que los puños desnudos acompañados de una mirada asesina intimidan más que una katana a menos que la sostenga uno de los 7 samurais de Kurosawa.


Si, siempre fui un desgraciado, Atenea lo sabía, pero también sabía que el momento en el que uno más necesita ser amado es cuando no lo merece. Poco a poco me alejé de ella, cada vez hablábamos menos, yo me la pasaba demasiado tiempo en el batallón, aunque no hubiera operativo siempre estaba haciendo algo. Al paso del tiempo la trataba como un objeto, como un mueble más, ya no la tocaba aunque la seguía amando a mi manera. Creo que la última vez que hicimos el amor fue cuando me reclutaron, ella sabía lo que pasaría, temía perderme. Pasó mucho tiempo para que entendiera por que una lágrima corrió por su mejilla mientras fingía dormir esa noche. Creo que merezco lo que me pasó, pero ella no, ella merecía ser feliz.


Como dije, rápidamente escalé posiciones y logré convertirme en Teniente, operativos antidrogas, rescate de secuestrados, siempre sabía como hacer las cosas, siempre sabía donde y cuando disparar. Sabía como guiar a mi gente y cuidarla al mismo tiempo, era como Atila conquistando pueblos y quizá lo era. Dicen que el alma regresa a aprender, pero no olvida lo que ya conoce, por eso yo sabía hacer cosas que nunca había aprendido, porque mi alma era vieja… pero yo era un estupido y eso no ayudaba.


Poco a poco comenzaron a pasar cosas extrañas, en octubre del 2007, cuando yo tenía apenas un par de años en la fuerza se nos ordenó hacer algo poco común. En la plataforma petrolera Usumacinta, en el Golfo de México, había ocurrido un accidente. La madrugada del martes 20 se dio la voz de alerta para embarcarnos hacía allá, nosotros no teníamos nada que ver con eso, pensábamos que debíamos resguardar la seguridad, pero las órdenes no fueron esas, nos pidieron “limpiar” la zona. El accidente no fue un accidente, “algo” lo había causado. Nuestra labor era exigirle silencio a los testigos y “desaparecer” a quienes se negaran. No, no íbamos a asesinarlos, yo no hubiera hecho eso jamás, debíamos entregarlos a un escuadrón medico para que fueran reubicados, debían darles una nueva identidad y hacerlos “olvidar” lo que habían visto… por su propio bien.


Si son lo suficientemente viejos habrán visto los comerciales de “Canal 5 al servicio de la comunidad”, y quizá ustedes como yo se han preguntado ¿Qué le pasa a toda esa gente que se pierde?”. Pues bien, simplemente era “reubicada” por que vio algo que no debía, estuvo en el lugar equivocado en el momento equivocado.


Pero volviendo a ese accidente, los botes salvavidas “mandarinas” llegaron a la playa destruidos, la versión oficial fue que el oleaje lo hizo, hoy sólo algunos sabemos lo que en realidad sucedió. Era el inicio de una serie de hechos que aún me erizan el cabello de la nuca cuando pienso en ellos. Nosotros colocamos cadáveres sacados de una morgue en lugar de aquellos a quienes reubicaron, esa noche ninguno de los 19 cadáveres había muerto en el mar. Nadie de nosotros sabíamos que pasaba, pero tampoco tuvimos el valor de preguntar, la cara de horror de la primera persona que encontramos nos convenció de trabajar rápido y con precisión.

Hoy ni siquiera tengo hambre, y ya soy inmune a la cruda… en realidad no, simplemente no permito que llegue. No soporto salir de este departamento que está casi en ruinas. No soporto ver en lo que se ha convertido el mundo que salvamos.


La suciedad ha inundado las calles, nos estamos convirtiendo en lo que buscábamos evitar. Las luces de neon están por todos lados, el calentamiento global ha convertido a la ciudad en un infierno la mitad del año y un congelador el resto del tiempo. Pero aún así debo salir a la calle para comprar algo de comer. Mi cadera me está matando y mi bastón se queja, pero el cuerpo requiere combustible.


Estas viejas calles me recuerdan a una película muy vieja, Blade Runner era su titulo, pero no está Harrison Ford ni aquella deliciosa replicante. Ahora mismo no me molestaría tener una de esas para que hiciera las compras y me diera algo de calor por las noches. Soy ecologista, prefiero una “cobija humana” que ese viejo calefactor de gas que hace un ruido infernal.


En realidad la ciudad de México no ha cambiado mucho, aún se escucha música clásica, mi favorita es “Crazy Train” de Ozzy Osbourne que siempre suena en este viejo restaurante atendido por Jesú o el Jisus como le decíamos.


- Hola Jack, ¿lo de siempre?

- Si, lo de siempre...


Eso es lo bueno de ir a comer siempre al mismo lugar, la comida no está mal y obtengo una sesión de terapia sicológica por el mismo precio.


- ¿Cómo va todo “héroe de guerra”…?


- Como siempre, todo va camino al infierno…


“Living easy, living free
Season ticket on a one-way ride
Asking nothing, leave me be
Taking everything in my stride
Dont need reason, dont need rhyme
Aint nothing I would rather do
Going down, party time
My friends are gonna be there too

Im on the highway to hell”

****ACDC*****